Mi primera escala fue en Paracas, donde me quedé unos días. Me bajé del autobús temprano en la mañana, donde un amable taxista me recibió directamente. En realidad, quería caminar, pero el precio era demasiado bajo para decir que no. Condujimos por la carretera asfaltada. No tenía idea de en qué tipo de área estaba mi albergue. Cuando salimos de la carretera pavimentada y atravesamos un barrio pobre poblado por perros callejeros, pensé que ese era el camino al albergue. Pero nos detuvimos en el medio. Encendí un cigarrillo y dejé que la impresión se hundiera. Después de unas bocanadas Nicolás salió por la puerta y me saludó calurosamente. Llegué 4 horas antes, pero eso no fue un problema. Su esposa Mary inmediatamente me preparó un desayuno fresco mientras Nicolás preparaba mi habitación. Era un hostal muy agradable y mantenido. No para altos estándares, pero con mucho amor y atención. La primera impresión de Paracas inmediatamente perdió importancia y me alegré de tener un alojamiento tan agradable. El turismo en el Perú apenas comienza a desarrollarse. Pero ese es también su encanto especial.