Mientras que el ganso egipcio (Alopochen aegyptiaca) es conocido por la mayoría de los europeos solo como una especie invasora, una vez tuvo un significado divino en su tierra natal homónima. Aunque su área de distribución original se extendía por casi todo el continente africano, era particularmente adorado en el antiguo Egipto, especialmente alrededor de Tebas. Allí se le consideraba una deidad, Gengen Wer, "el gran graznador", cuyo fuerte graznido llenaba la oscuridad primordial y que puso el huevo del mundo en un árbol de morera en Heliópolis, del cual surgieron la luz y el mundo. Esta deidad era una de las diversas manifestaciones asociadas con el complejo panteón egipcio, que incluía los aspectos de fertilidad de dioses como Amón. La gente asumía que la creación era un ciclo continuo y que cada ser humano nacía de un huevo de ganso del inframundo.