¡Hola! 🙃 Hoy quiero contarte algo sobre lo que la sociedad que me rodea significa en relación con mi TDAH. En primer lugar, las reacciones a mi condición pueden clasificarse en tres tipos básicos:

1) Personas comprensivas

2) Personas que niegan la existencia del TDAH o lo atribuyen a todos (no existe, todos lo tienen)

3) Personas que no pueden o no quieren darse cuenta de la diferencia entre el TDAH y las enfermedades mentales

Primero debe quedar claro:
El TDAH existe, y no, no todos lo tienen. Hay muchas manifestaciones diferentes, por lo que se debe tomar en serio a los afectados cuando hablan de las dificultades que enfrentan, así como de sus habilidades.

El TDAH no es una enfermedad mental. Una persona con TDAH no tiene un engranaje defectuoso en su mecanismo, como algunos (a veces intencionadamente) malinterpretan. El TDAH es un trastorno del desarrollo neurológico que es bastante complejo pero que no tiene nada que ver con las enfermedades mentales.

Me alegra que haya algunas personas que pertenezcan al primer grupo. Como ser social, al igual que todos los demás, dependo de la comprensión y la aceptación. 🥰

Sin embargo, los otros dos grupos representan una carga:

Cuando las personas niegan la existencia de un trastorno como este, todo se encasilla en la categoría de carácter/personalidad. Los síntomas que son difíciles o imposibles de controlar se utilizan para pintar una imagen negativa de la personalidad. La persona afectada no recibe apoyo y no puede cambiarlo por sí misma o no lo suficiente. Esto a menudo lleva a la depresión o incluso al suicidio debido al aislamiento y al fracaso.

Al equiparar el TDAH con una enfermedad mental, se le niega prácticamente todo a la persona afectada. Ya no se necesita tomar en serio lo que la persona afectada hace o dice. La persona afectada hace lo mejor que puede para abordar los problemas, pero solo se ríen de ella, y a sus espaldas se dice que está enferma y, en el mejor de los casos, para no herir sus sentimientos, la gente finge tomarla en serio. Esto tiene esencialmente las mismas consecuencias que el punto anterior sobre negar la existencia del TDAH, pero agrega una capa más insidiosa.

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