Existe un acuerdo entre los partidos democráticos del Bundestag (parlamento alemán) para no colaborar con partidos extremistas. Se considera que los partidos que no están en los extremos son partidos democráticos. La política extrema es antidemocrática. Que dichos partidos aún puedan ser elegidos para el Bundestag es democrático, pero esto no obliga a nadie a incluirlos en alianzas. Este principio no trata sobre la exclusión arbitraria, sino sobre la preservación de las normas democráticas. La constitución alemana defiende explícitamente una democracia defensiva, lo que significa que puede y toma medidas contra partidos que amenazan los principios democráticos.

La política extrema se considera antidemocrática porque sus consecuencias, en su forma extrema, son desproporcionadas en relación con la voluntad del pueblo, que queda excluido por una mayoría teórica.

Si, por ejemplo, el partido Die Linke lograra una mayoría para gobernar, esto podría significar cambios extremos para una gran parte de la población, desviándose demasiado del consenso común.

A nivel estatal, sin embargo, no puede haber un acuerdo general, ya que los niveles estatales de los partidos establecen sus propias reglas. Esto se debe al sistema federalista. Por esta razón, puede haber coaliciones con partidos extremos a nivel estatal, por ejemplo, con el partido de extrema izquierda Die Linke, pero no en el Bundestag. El impacto de un partido a nivel estatal no sería tan grande.

La AfD ha sido clasificada en parte como una organización extremista por la agencia de inteligencia interior de Alemania, especialmente debido a sus tendencias racistas, nacionalistas y antidemocráticas. Las declaraciones de políticos prominentes de la AfD han incluido repetidamente retórica antimigrante, antisemita y antimusulmana, lo que muchos consideran fundamentalmente inhumano.

Por otro lado, si bien Die Linke tiene algunas facciones extremas (como aquellas con tendencias anticapitalistas o procomunistas), su ideología central se basa generalmente en la justicia social, la redistribución y el pacifismo, en lugar de apuntar a grupos específicos de personas. Es por esto que los partidos tradicionales a veces cooperan con Die Linke a nivel estatal, pero rechazan constantemente cualquier alianza con la AfD.

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